Las saunas son una práctica popular para relajarse y cuidar la salud, pero es importante entender los beneficios y contraindicaciones de los dos tipos principales: la sauna seca y la sauna húmeda, también conocida como baño turco.
Beneficios de la sauna seca
La sauna seca, que funciona mediante la calefacción de una habitación con aire seco, es ideal para quienes buscan aliviar tensiones musculares y mejorar la circulación. Además, al sudar intensamente, el cuerpo elimina toxinas, promoviendo una limpieza de la piel. Es también conocida por mejorar la resistencia cardiovascular, reducir el estrés y mejorar la calidad del sueño.
Beneficios de la sauna húmeda
Por otro lado, la sauna húmeda utiliza vapor, lo que la convierte en una opción perfecta para personas con problemas respiratorios como el asma o bronquitis. El vapor ayuda a abrir las vías respiratorias y mejorar la respiración. Además, la humedad puede ser más agradable para la piel, proporcionando una hidratación profunda mientras elimina toxinas.
Contraindicaciones de la sauna
Tanto la sauna seca como la húmeda tienen algunas contraindicaciones. Personas con problemas cardíacos, presión arterial alta o baja, y mujeres embarazadas deben consultar con su médico antes de usar saunas. En el caso de la sauna seca, el aire seco puede ser irritante para quienes sufren de problemas respiratorios. La sauna húmeda, aunque más suave para la respiración, puede ser incómoda para aquellos que no toleran bien la humedad.
¿Cuál es más recomendable: sauna seca o húmeda?
La elección depende de las necesidades de cada persona. Si buscas alivio para problemas respiratorios o hidratación para la piel, la sauna húmeda es ideal. Si prefieres una experiencia más intensa y enfocada en la relajación muscular, la sauna seca podría ser tu mejor opción.
En ambos casos, es fundamental moderar el tiempo de uso para evitar problemas de salud.