Como principal medida a saber para hacernos una idea clara cuando compramos una sauna, intentaremos aclarar sus principales cualidades y beneficios que aporta a nuestro organismo.

 

La sauna, propiamente dicha pertenece a los baños de calor seco o con un grado de humedad relativamente bajo con inmersión total de nuestro cuerpo. Debemos saber que vamos a someter a nuestro organismo a un cambio brusco de temperatura en un corto periodo de tiempo, pasando de unas temperaturas medias que oscilan entre los 20º y 25º a temperaturas superiores de 50º o hasta 90º. Cuando estamos inmersos en estas temperaturas nuestro corazón aumenta su ritmo y al mismo tiempo nuestra respiración se acelera en ciclos muy cortos, con esto conseguimos una auto ventilación mucho más rápida de lo normal, y al mismo tiempo estamos ejercitando a nuestros órganos vitales como son el corazón y los pulmones.

También debemos de saber que nuestro sistema circulatorio se altera, nuestra sudoración se activa y que actúan como aparatos termorreguladores de temperatura.

Para personas no muy acostumbradas a tomar baños de calor es aconsejable que los cambios térmicos no sean muy acusados.

 

Las diferencias que existen entre la sauna de calor seco y el baño turco o de vapor, es que la humedad relativa de la sauna oscila entre 15 y 40% y esto permite que soportemos altas temperaturas sin agobios, mientras que el baño turco, la temperatura oscila entre los 25 y 50 grados con una humedad del 99%, es más agobiante pero también conlleva a otros muchos beneficios para nuestra piel y vías respiratorias que más adelante os comentaremos en otro post.

 

La sauna puede ubicarse en cualquier sitio o lugar de la casa por dificultoso que fuese. También se puede colocar en el exterior, siempre con un tratamiento en las partes externas de la sauna para su perfecta conservación.

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